viernes, 29 de marzo de 2013

Como superar una mala racha


Como superar una mala racha
Algunos entrenadores dicen que una mala racha es producto del estrés. Sabemos que todo cambio provoca estrés pero hay dos clases de estrés; el estrés bueno, que es la tensión necesaria que tienes que tener para que juegues activado y con la excitación básica para jugar y     el estrés malo que por sobrestimulaciòn provoca enojos y produce la peor versión de uno mismo.
Este estrés negativo prolongado provoca lo que se llama “estar quemados” y causa un agotamiento mental y físico en los deportistas. Para salir de este estado lo aconsejable es buscar en la mente los recuerdos de buenos partidos (lo podemos hacer viendo un video o hablando de ellos) o con música que provoque alegría, pensamientos positivos, ver una película que alegre, motive, con meditación, relajación, dormir bien y descansar si es necesario. Si fortalecemos el cerebro del placer se disparan las endorfinas , las hormonas de la felicidad y las reacciones exageradas del estrés negativo disminuyen. Otro punto a cambiar es la comunicación, tiene que haber entre equipo técnico y jugadores una comunicación positiva, con mensajes claros, sencillos y motivadores y tratar de elogiar y corregir desde una indicación positiva. Hay que entrenar más, con ejercicios progresivos en complejidad y sin entrar en la zona de pánico que nos bloquea. Se tiene que entrenar y jugar de manera más simple sin intentar jugadas arriesgadas que en este momento de malos resultados no tenemos la confianza necesaria para realizarla y nos llevaría a más errores.
Plan para reducir el estrés negativo que reduce nuestro rendimiento
Desde lo físico:      Descansar si hace falta.        Respirar bien. Relajarse.
Desde lo emocional      Expresarse claramente y hablar sobre lo que esta sucediendo.     Positivizar lo que nos pasa.     Ironizar lo que nos pasa con sentido del humor.      Apoyo incondicional de la familia y equipo técnico.
Desde lo racional           Comunicación efectiva y positiva
Desde el entrenamiento       Entrenar enfocado en el rendimiento y no en el resultado.     Practicas jugadas tácticas sencillas.         Evitar jugadas arriesgadas.
        Mas cohesión, juntos podemos. Glosario sobre ganadores y perdedores
Cuando el ganador comete un error dice: Me equivoque Cuando el perdedor comete un error dice: No fue mi culpa
El ganador asume compromisos El perdedor hace promesas
El ganador respeta a sus entrenadores y procura aprender de ellos El perdedor guarda rencor contra sus entrenadores.
El ganador siempre da un poco más de lo que se le pide. El perdedor dice: solo trabajo hasta aquí.
El ganador sabe controlarse El perdedor se descontrola, maldice y se lamenta de su mala suerte.
El ganador se enfrenta al problema El perdedor evita el problema
No hay que justificar ni satanizar. Hay que tomar conciencia de implementar un cambio. Hay que tener autocritica para mejorar. Marcelo Bielsa.

Lic. Claudio Sosa

El ego


El EGO
El ego es la chispa que enciende la inventiva y la realización, la motivación para intentar algo nuevo y la tenacidad para sobreponerse a los contratiempos que inevitablemente aparecen. Muchas personas no tienen suficiente ego y esa carencia las hace apáticas, inseguras y innocuas.
El potencial para que el ego actué en por o en contra nuestro aparece en cada reunión de equipos de trabajo, en cada debate del equipo técnico, en cada evaluación de desempeño, en cada conversación con un jugador, en cada negociación de un contrato, o en cualquier disputa. Si cada uno de nosotros pudiera manejar el ego con sabiduría, obtendría la ventaja que nos ofrece, seguidas de buenos rendimientos, pero cuando permitimos que el ego nos controle, se nos vuelve en contra.
La palabra ego viene del latín y significa “yo mismo”. Cuando la gente habla del ego suele referirse a alguien tan absorbido por si mismo, que no puede ver mas allá de su ombligo. En los manuales de psicología, además de decir que es “aprecio excesivo que tiene una persona por si misma” , agrega la idea de “confianza en si mismo”. Varias investigadores descubrieron que los grandes deportistas y empresarios exitosos tenían dos rasgos únicos
1) Una intensa voluntad profesional y 2) una extrema humildad personal. ¿Por qué parece que el ego es algo que debemos tener si queremos tener éxito, pero que al tenerlo suele interferir en el éxito que buscamos? ¿ Podemos aprender a ser mas humildes? Si sabemos usar el lado positivo del ego, es tan poderoso como el lado negativo. Para eso hay que entender que es el ego y como funciona.
El ego en cantidades adecuadas proporciona un nivel adecuado de confianza y ambición, con lo cual expulsa la inseguridad, el miedo y la apatía, pero si lo dejamos fuera de control hace estragos. Lo primero que el ego ataca son nuestras talentos y habilidades, bien mediante un exceso de confianza y la falsa ilusión de que somos mejores de lo que en realidad somos, quitándonos la confianza y haciéndonos perder la fe en nosotros mismos.
Para que el ego juegue a nuestro favor tenemos que desarrollar :
1. La humildad: sin hacernos perder confianza en quienes somos ni restarle importancia a nuestros logros, la humildad tiene la habilidad única de crear un intenso deseo de llegar al siguiente nivel de desempeño. La humildad es tener la mente abierta para aprender, desaprender y oír. Desaprender es aligerar la carga, sacarnos las cosas que no nos son útiles y que aún valoramos porque nos permitieron llegar a un determinado nivel. Pero no nos hemos dado cuenta que se han vuelto anacrónicas, que nos pesan y hacen más lenta y penosa la marcha. Y lo que resulta peor, que la mochila ocupada con paradigmas creencias, prácticas que ya no nos sirven, no permite la entrada de nuevas ideas, procesos, tácticas que ahora necesitamos.
2. La veracidad: no es que la gente no quiera la verdad, pero no siempre la queremos toda. ¿Qué parte de ella es la que no queremos? Aquella que es duro oir. ¿Cuál es esa parte de la verdad que no queremos afrontar? Cuando nos dicen que no estamos dando todo, que no estamos durmiendo la cantidad de horas necesarias o no respetamos el regimen alimenticio. O los que cambian contantemente de entrenador y no ven que el problema son ellos mismos que no son responsables de sus actitudes, conductas y esa es la razon por la cual no mejoran o no logran los objeticos pensados. No querer aceptar la verdad de que el problema es uno y no los demas.
Cuando el Ego se vuelve negativo
1. Nos volvemos comparativos : cuando miramos constantemente por encima del hombro de los demas para ver que estan haciendo, no podemos ver lo que tenemos hacia delante. Por eso comenzamos a fijar nuestros objetivos de acuerdo a lo que otros estan haciendo y no de acuerdo a lo que es posible y adecuado para nosotros. Si el otro levanta 100 kiloss en press de banca y nosotros solo 50 kilos y intentamos levantar el mismo peso, nuestros objetivos los estan fijando los demas y no nosotros. Fijamos metas mas altas de las que podemos alcanzar en ese momento y eso nos llevara a la desmotivacion y abandono. La competencia cuyo unico motivo es derrotar a un rival determinado, nunca nos lleva muy lejos. Al competidor que hay que temerle es al que nunca se preocupa por nosotros sino que siempre esta pensando en hacer lo suyo cada vez mejor (Henry Ford).
Cuando nos obsesionamos por los logros de otros y solo pensamos en derrotar a ese rival perdemos no solo una gran cantidad de energia mental, sino tambien nos olvidamos del resto de los rivales. El DT del seleccionado de Hockey de Holanda dice: El riesgo de jugar siempre "contra" alguien o de querer ganarle a ese equipo solamente, bajo el contexto de un clásico, te hace olvidar de tu propio juego y te consume muchas energías. Nosotros siempre nos ponemos ante un espejo para saber quiénes somos y cómo jugamos. Estamos enfocados sólo en lo que queremos ser.
2. Nos ponemos a la defensiva: existe una diferencia entre defender una idea y estar a la defensiva. El motivo que impulsa la defensa de una idea es permitir que gane el mejor argumento. Cuando nos ponemos a la defensiva defendemos nuestra posiciòn como si estuvieramos defendiendo lo que somos. Los hombres con frecuencia se oponen a una coso tan solo porque no han tenido intervenciòn para idearla o porque ha sido proyectada por otras personas a quienes tienen antipatía. Sin embargo, si se les ha consultado y ha sucedido que desaprueban la medida, entonces la oposición se convierte a sus ojos en su deber indispensable de amor propio. Parecen creerse obligados, por su honor y por todos los motivos de infalibilidad personal, a impedir el éxito de los que se ha resuelto contra su modio de sentir (Hamilton).
Cuando aparece lo peor del ego, nuestra intención de defender nuestro punto de vista, se transforma en el único deseo de probar que tenemos la razón. En nuestro incesante esfuerzo por estar en lo cierto y ser perfectos, inventamos excusas, criticamos a los demás, incluso si nuestra critica no tiene nada que ver con la situación o negamos que exista algún error.
En la carrera de grandes deportistas y lideres, como en la nuestra ha habido momentos críticos en la que no permitimos que nuestro ego manejara nuestra respuesta y esa decisión marco una gran diferencia. Los pequeños cambios en nuestras conductas y la manera de pensar hacen una diferencia sorprendente. La historia de la humanidad muestra que son pocos los que logran el éxito, porque los pequeños cambios son la diferencia por la cual algunos se convierten en grandes.

Lic. Claudio Daniel Sosa
Referencias
www.marcumsmith.com

Jugar sin miedo a fallar


Jugar sin miedo a fallar
La competencia nos somete continuamente a decisiones que nosotros respondemos con nuestras acciones. No existe garantía de que estas sean las acertadas, pues la incertidumbre es parte del deporte y de la vida. Pero confiar en lo que decidimos, aunque temamos equivocarnos, nos ayuda a crecer, nos hace humildes, eleva nuestra confianza y enriquece nuestra experiencia deportiva.
Hay un viejo refrán dice que con el periódico de mañana, todos somos infalibles, tomaríamos decisiones acertadas, nunca nos equivocaríamos, sabríamos exactamente qué hacer, podríamos anticipar cualquier resultado. No hay forma de detener el tiempo y esperar a que nos lleguen las noticias por anticipado para luego actuar. Por lo tanto, lo que queda es instalarnos en el aquí y ahora, tomar decisiones, y actuar ¿Habremos acertado?¿tendría que haber pateado a la derecha o la izquierda? ¿tendría que haber sacado y jugar cruzado? Lo sabremos luego. Y cuando lo sepamos, otro será el momento y acaso otras las condiciones. Es como jugar contra el mismo oponente o equipo rival al cual vencimos hace una semana, el haber ganado no nos garantiza un nuevo triunfo todo puede ser diferente, las decisiones acertadas que tomamos en el partido anterior, en este pueden no resultar efectivas.
A veces invertimos demasiado tiempo, esfuerzo y preocupación en formular preguntas fuera de lugar: “¿Qué será de mí mañana?, ¿Podré ganar el torneo?, ¿Qué me espera si fallo un tiro libre o penal?, ¿Estaré a la altura de las exigencias que me aguardan?, ¿Intento ser profesional o dejo y comienzo la universidad ?”. Y así hasta el infinito.
Es un error insistir en esos interrogantes, porque nuestra misión en el deporte no es preguntar. Es el deporte quien nos pregunta; nosotros, respondemos. El deporte no nos interroga con palabras sino con circunstancias. A cada paso, nos topamos con situaciones, desde las más sencillas (cómo vestirnos para el partido) hasta las más trascendentes (donde jugar la pelota, cual es el palo más adecuado, a donde tirar el penal o arriesgarnos a realizar un triple o darle el pase al compañero...).
¿Qué hago? “Cuando no tomamos decisiones, también las estamos tomando. Cuando no elegimos, también lo hacemos. Cuando no actuamos, estamos actuando. No decidir, no elegir, no actuar, son modos de decidir, de elegir y de actuar. No hay escapatoria. Siempre respondemos. Con nuestra acción o con nuestra inacción, con nuestra palabra o con nuestro silencio” (Sinay 2010).¿Qué es, entonces, lo que con frecuencia nos detiene, nos hace dudar y nos inmoviliza?. El miedo a equivocarnos, a perder y a las consecuencias de ese posible o presunto error. Creemos que nuestras acciones pueden tener efectos dolorosos para nosotros, para nuestro equipo o para otras personas. Sin embargo, también puede tener una repercusión negativa nuestra pasividad o el no tomar decisiones arriesgadas . Lo importante, en todo caso, es que estemos dispuestos a afrontar esas consecuencias y que no busquemos un culpable a quien echarle la culpa de nuestra derrota o de nuestros errores. Y si las cosas no salen como esperábamos, tampoco es aconsejable llenarse de culpas. Hay que ser responsable de nuestros actos pero no culparnos de ellos. Hay que comprender que no somos infalibles, que hay días que el rival es superior o simplemente no salen las cosas como deseamos.
Solo el periódico de mañana nos hubiera permitido acertar plenamente. Mientras tanto, solo contamos con nuestra intuición, con nuestros recursos, con nuestro conocimiento táctico, con nuestra actitud frente a ella. La gran mayoría de las personas toma decisiones y no las ejecuta a fin de NO equivocarse, de sufrir, de dañar o dañarse. Nadie busca su propio mal, lo que no significa que no se equivoque, sufra, perjudique o se dañe. No existen garantías de que todo salga siempre como lo deseamos, esperamos o necesitamos.
La auto exigencia desmedida
Algunos se equivocan por temor a equivocarse” Extraordinariamente certera resulta esta frase del gran poeta, ensayista y dramaturgo Gotthold Lessing . Tanto temor a los errores nos envuelve en la duda, acaba por confundirnos y, a la corta o a la larga, nos lleva hacia lo que más temíamos: a paralizarnos. El miedo a la equivocación, que termina por inmovilizarnos, suele ser hijo de la exigencia. Para la exigencia, lo que importa son los resultados. No pone atención en el desarrollo, en la buena actitud, en el haber dado todo. Para la exigencia, no se trata de competir sino de ganar. Sin embargo, lo que realmente importa es el proceso, lo que aprendemos en el camino, lo que experimentamos y cómo lo incorporamos luego en nuestro juego.
Ser auto exigentes. Instala en nuestro interior una voz que nunca calla, que deja oír permanentemente su crítica, su disconformidad con lo que logramos, nos pide la perfección, nos advierte con severidad ante el error y nos previene contra todo lo que nos ocurrirá si lo cometemos. Y nos llena de miedos ante un posible error. Preferimos no hacerlo a hacerlo mal. Preferimos eludir la competencia antes de perder. Inventar una lesión antes de entrar a la cancha y tener la posibilidad de perder o como hizo el gran Roger Federer cuando tenia 12 años se subió a un árbol antes de un partido para que no lo encuentren, para no competir.
Una persona autoexigente ve la equivocación como al más temido de los enemigos. No se permitirá un error ni, mucho menos, no lograr un objetivo. Y hasta tal punto no lo hará que, ante la posibilidad de que aquello ocurra, preferirá no jugar, se verá
inmovilizada, se privará de lo más valioso, de aquello que siempre nos enriquece, por encima de los resultados, y que es la experiencia de la competencia. Creer en uno mismo.
El temor a equivocarse también tiene mucho que ver con la baja autoestima. Quien ha crecido sintiéndose valorado, estimulado, acompañado, quien no ha sido castigado ante cada error cometido, ante cada bola errada o pase mal dado, quien ha conocido que solo se aprende a través de las experiencias, estará siempre más dispuesto a tomar riesgos, o solamente a jugar. Y es que habrá desarrollado una herramienta fundamental en la vida: la confianza.
La confianza se establece cuando han confiado en nosotros, cuando se nos ha valorado, cuando se nos ha hecho saber que No se nos amará por nuestros resultados sino, sencillamente, por lo que somos; que no dependeremos de nuestros éxitos para ser queridos y que nuestras equivocaciones no nos convierten en peores personas.
El escritor Sergio Sinay (2010) dice “Podemos decidir creer en nosotros, no ponernos y quitarnos puntos según los éxitos que conseguimos o dejamos de conseguir. Para decirlo de una manera directa: podremos trascender la confianza que no nos dieron si nos animamos a transitar los caminos, a hacer las pruebas, a vivir las experiencias, a no temer a los resultados”.
Se tu mismo, ama lo que eres y siéntete orgulloso, porque naciste de esta manera, dice Lady Gaga a sus fans Únicamente quienes se equivocan aprenden; solo aquellos, en la medida en que toman conciencia de esas experiencias y desarrollan sus potencialidades. Competir, jugar, aún con miedo a equivocarse, nos ayuda a crecer, nos hace humildes, nos permite construir nuestra confianza, eleva nuestra autoestima y enriquece nuestra experiencia en nuestro deporte. Cuando tememos cada error que pudiéramos cometer , acabamos por temer la competencia o evitamos el simple hecho de salir a jugar.

Lic. Claudio Sosa