domingo, 15 de mayo de 2016

¡¡¡Entrenadores y Papas, los que jugamos somos nosotros!!!!

¡Entrenadores y papas, los que jugamos somos nosotros!

Por Rafa Martínez Gallego, director deportivo del Club de Tenis El Puig,  

Hoy voy a comenzar contando la historia de Pedro, un maestro de primaria. Pedro goza de un gran prestigio por conseguir que cada año sus alumnos obtengan unos excelentes resultados académicos. Cuando alguien le pregunta como lo consigue, él responde que es muy sencillo, cuando sus alumnos están realizando los exámenes y dudan en alguna respuesta, o no la saben, él mismo se la dice. De esta forma, según indica Pedro, todos los alumnos están encantados ya que se ponen menos nerviosos aunque no hayan podido estudiar, además los padres le felicitan por el excelente trabajo que realiza, sobre todo, durante los exámenes, donde es capaz de ayudar a todos y conseguir que todos respondan todas las preguntas correctamente.

¿Qué os parece la historia de Pedro? Seguramente estáis pensando que como puede existir un maestro así, que anteponga los resultados académicos y su prestigio al aprendizaje de sus alumnos, y que los padres no solo lo consientan, sino que lo feliciten por ello. Podéis estar tranquilos, ¡que no cunda el pánico!, es una historia inventada. Estoy seguro de que a ninguno de nosotros nos entraba en la cabeza que pudiera existir un maestro tan desconsiderado y encima unos padres que estuvieran encantados con él.

Ahora cambiemos el chip y vayámonos a nuestro mundo, el del deporte. Nosotros no tenemos exámenes, pero tenemos competiciones que son las que determinan los resultados deportivos de nuestros jugadores, ¿y qué hacemos muchos de nosotros durante las competiciones? Pues sí, lo mismo que Pedro, nos dedicamos a decirles a nuestros jugadores qué es lo que tienen que hacer en cada momento. De esta forma ganan más partidos y se ponen menos nerviosos porque saben que estamos ahí para darles las respuestas, además, los padres nos felicitan por el excelente “coaching” que hemos hecho a su hijo y que le ha permitido ganar el partido. Todo esto está genial, nuestros deportistas ganan, nosotros tenemos mayor prestigio y los padres nos felicitan, pero ¿dónde está el aprendizaje de los niños? Así que, ahora sí, ¡que cunda el pánico! el mundo del deporte hace que nos convirtamos en Pedro.

Que yo sepa, en castellano no tenemos ningún término para referirnos a lo que los anglosajones llaman el “over-coaching” que no es ni más ni menos que dar un exceso de información a los jugadores durante las competiciones. Existen multitud de autores y estudios en el ámbito del deporte y la psicología, que nos alertan de los efectos devastadores que tiene este exceso de información durante las competiciones, tanto en el desarrollo deportivo como en el desarrollo personal de nuestros jugadores.

El principal problema del “over-coaching” es que acabamos tomando nosotros las decisiones por ellos. Creo que estaremos todos de acuerdo en la importancia que tiene la toma de decisiones, tanto a nivel deportivo como personal, y a todos nos gustaría que nuestros jugadores estuvieran preparados para tomar buenas decisiones en cualquier ámbito de su vida cuando fueran adultos. No creo que exista otro contexto que no sea el deportivo, en el cual los niños tengan que estar tomando decisiones constantemente y además con un nivel emocional tan alto, así que difícilmente vamos a encontrar otro lugar en el que los niños puedan experimentar con este tipo de situaciones. Por tanto, si tomamos las decisiones por ellos, y les decimos constantemente lo que tienen que hacer, estaremos desperdiciando situaciones magníficas de aprendizaje.

Otro valor muy importante que estamos tirando por tierra es el de la responsabilidad. En mi opinión el hacerse responsable de sus propias decisiones es un aspecto crucial en el desarrollo personal de cualquier niño, por tanto, es de vital importancia que tomen decisiones por ellos mismos y que cometan errores, ya que ese sentimiento de responsabilidad hará que el aprendizaje sea mucho mayor cuando se analicen las decisiones tomadas y los errores cometidos.


Por tanto, durante la competición, salvo pequeños ajustes o breves recordatorios, dejemos que sean los jugadores los que tomen las decisiones, de lo contrario estaremos dando un exceso de información que será contraproducente en muchos aspectos. En los partidos, los jugadores deben poner en práctica lo que han aprendido en los entrenamientos (donde sí es mucho más importante la información extrínseca que les transmitamos), probar, equivocarse y aprender, para trabajarlo en posteriores sesiones de entrenamiento.

El éxito y el fracaso. Por Marcelo Bielsa. IMPERDIBLE!!!!!

El éxito y el fracaso (por Marcelo Bielsa)


“Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes”.

Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo por que quiero ganar cuando compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo, y qué es secundario, me estaría equivocando.
Uno vive y necesariamente necesita jerarquizar virtudes, decir éstas son las virtudes que rescato en los demás y quisiera para mí, que respeto, que valoro.

A mí el deporte me dio ese parámetro, yo aprendí por el deporte que la generosidad es mejor que la indiferencia, aprendí el valor de la significación del coraje, aprendí la importancia del esfuerzo y aprendí lo trascendente de la rebeldía.
Son los tres o cuatro elementos con lo que yo después traté de orientar mi vida. No necesariamente tienen que ser ellas las elegidas, pero sí es indispensable que uno sepa las virtudes alrededor de las cuales quiere vivir.

Estoy absolutamente convencido de que la fama y el dinero son valores intrascendentes. Pasa que claro, nos las describen con un peso tan significativo, que pareciera imposible resistirse a valorarlos.
Creo que el espíritu amateur, el amor hacia la tarea, es el único que vuelve satisfactorio el transito por el trabajo.

Cuando observo de qué manera son descriptos hacia el público las celebridades, los ídolos, lamento muchísimo que se jerarquicen ese tipo de cosas, que se describan millonarios, que se lo describan famosos, que se lo describan extraídos de la realidad social, fuera de la gente común.

Sí estoy convencido de una cosa: fui feliz cuando disfrute del amateurismo, fui feliz cuando crecí enamorado de mi trabajo, yo tengo un amor profundo por el fútbol, por el juego, por la esquina, por el baldío, por el picado, por la pelota. Y desprecio todo lo añadido, todo lo que fueron agregando para convertirlo extrañamente en deseado.

Para explicar un poquito mejor esto, sé que la alegría de un triunfo en un partido dura cinco minutos, termina el partido y hay una sensación de efervescencia, una sensación de adrenalina al tope, que genera excitación y felicidad. Pero son apenas cinco minutos y después hay un vacío enorme y grandísimo. Y una soledad indescriptible.

Quiero insistir con que mucho mejor es ser prestigioso que popular, que mucho más importante es el recorrido con que uno llega a un lugar, que el éxito o no, que se obtenga en la búsqueda. Que los hechos son mucho más significativos que las palabras, que demostrar es más importante que hablar, que hay que permitir que ingrese la información que riega nuestra parte noble y evitar que ingrese la información que riega nuestros bajos instintos.
Nunca me deje tentar con los elogios. Los elogios en el fútbol son de una hipocresía absoluta. El fútbol esta concebido así, tiene que haber una gran alegría o una gran tristeza. Derrota o victoria, sangre o aplauso son valores muy caros al ser humano.

Entonces, en el fracaso sufro mucho la injusticia del trato, no lo logré nunca dominar eso. Siempre sufro mucho cuando perdemos y cuando soy maltratado, pero sí logré no creerme la duración del éxito. Como no se revisa por qué ganaste, da lo mismo que te adulen por haber ganado, no por que mereciste ganar, por el recurso por el que ganaste, entonces tuve claro siempre que esa franela, porque ése es el termino, es impostora.

No permita que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganás, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto. Y cuando perdés sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo por que perdiste.

En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso si es importante; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal.”





Entre errores y frustraciones

Entre errores y frustraciones

A la gran mayoría de los humanos no nos educan para estar medianamente preparados para el fracaso. Menos todavía a los deportistas, personas que se les intenta inculcar lo de “lo importante es competir”, pero, no nos engañemos, ninguno entrena solo con el objetivo de participar. Ellos buscan siempre, pero absolutamente siempre, ganar. Conseguir éxitos. Títulos. Medallas. trofeos. En definitiva, la gloria.

En el tenis, como en otros varios deportes, se valora y se premia el resultado. Cuando se triunfa, todo va bien y cuando se pierde (que generalmente y salvo para Djokovic, suele ser cada semana) se entra en un estado de frustración que en ocasiones no llega a ser fácil de manejar.

Por esto, el tenista debe aprender a frustrarse, a sentirse incómodo, a saber perder, a poder gestionar una serie de derrotas y sentir lo que es estar en un bucle negativo de juego y sensaciones. Ha de estar preparado para no tirar la toalla en momentos críticos, en rachas negativas y para evitar caer en la desesperación y la angustia.

Trabajar la tolerancia a la frustración es fundamental para la carrera de un tenista de élite. Y esta capacidad para gestionar de forma positiva la frustración se educa tanto en niños como en adultos. Personalmente creo que el camino para hacerlo es implantando la cultura del error como algo positivo, como la oportunidad para detectar áreas de mejora.

Y ya no hablo solo en el aspecto del tenis, sino que se aplica para la vida misma. Porque el único camino que conduce al aprendizaje es cometiendo errores. Por eso pido más tolerancia con las equivocaciones y menos condenas al error. ¡Que acá nadie nace sabiendo! Los errores son lecciones, son oportunidades para progresar, para madurar y para realizarse.

El miedo al error a lo único que conduce esa a la frustración. Hay que aprender a gestionar la frustración y dejar de culpabilizarse por los errores del pasado. La clave está en no seguir esperando al mañana, el éxito no depende de lo que hagas mañana, está en lo que hagas hoy.